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Información sobre Reiki

Historia del Reiki

Reiki es un sistema de curación por imposición de las manos, de sencillez y potencia incomparables. El período que contemplamos comprende casi toda la crónica escrita de la humanidad, aunque el sistema de curación en si sea, anterior a todo registro histórico. Quedan muchos puntos por dilucidar. De las informaciones pertinentes muchas no han sido traducidas nunca a ningún idioma occidental y algunas ni siquiera se han impreso en ningún idioma del mundo. La historia del Reiki Tradicional empieza en el siglo XIX, aunque el sistema tenia ya una venerable antiguedad.

Sólo la meditación profunda puede suministrar informaciones anteriores a las crónicas escritas y si bien la información captada por esta vía no deja de tener un carácter controvertible, siempre es interesante aunque no sea posible la verificación. Según los videntes doce planetas-fuente colonizaron originariamente la Tierra, la mayoría de ellos localizados en el grupo estelar de las Pléyades, y los demás en las constelaciones de Sirio y Orión.’ La raza humana no nació de la evolución terrestre sino que fue exportada por culturas planetarias diversas.

Esta cultura se arraigó en la India pre-patriarcal. La divinidad hindú que hoy conocemos como Siva, y que era femenina en su origen, se encargó de traernos el Reíkí y desea ser recordada por ese don. En el diseño del organismo humano para este planeta, Reiki quedó incorporado al código genético y por tanto es un derecho innato de todos los humanos.» En efecto Reiki es parte de todos nosotros. En otros tiempos fue universal y no se preveía su pérdida. Los niños de los primeros tiempos de la Tierra, en la civilización que hoy conocemos con el nombre de Mu, recibían la formación Reiki de Nivel 1 en la escuela elemental, y la del Nivel 2 en la escuela secundaria. En cuanto al Nivel Reiki 3 y el de los maestros enseñantes, lo recibían los pedagogos y quienquiera que manifestase interés. Cuando los representantes de esta cultura-raíz abandonaron el continente de Mu para ir a poblar lo que hoy es la India y el Tíbet, llevaban a Reíki con ellos y así sobrevivió a la desaparición de Mu. Los cambios telúricos que destruyeron primero Mu y luego la Atlántida produjeron una grave desorganización cultural; el sistema de curación se salvó por haberlo preservado una selecta minoría. En el siglo XIX un japonés, habiéndose propuesto averiguar cómo curaban Jesús y el Buda, lo redescubrió en los ancestrales fragmentos de la antigua cultura sivaíta, en las enseñanzas esotéricas de la India.

La historia del Reiki Tradicional empieza a mediados del siglo XIX con Mikao Usui, un decano de la Universidad Doshisha de Kyoto y sacerdote cristiano a quien sus alumnos interrogaban acerca del método de curación mediante el cual sanaba Jesucristo a los enfermos. Usuí emprendió por su cuenta una investigación, que duró diez años y le permitió redescubrir y aprender esa técnica. Cuando las jerarquías cristianas del Japón le advirtieron que no debía hablar de tal procedimiento de curación, ni mucho menos darlo a conocer, Usui desvió sus investigaciones a través del budismo. Procede observar los estrechos paralelismos entre la vida del Buda en la India (Gautama Siddhartha, 620-543 a.C) y la del Jesús histórico. Los monjes budistas le dijeron a Usui que el antiguo método de curación espiritual se había perdido y que no existía otra vía de aproximación sino la de las enseñanzas budistas, el Camino de la Iluminación.

Más tarde Mikao Usui se trasladó a los Estados Unidos, en donde residió durante siete años. Tampoco allí, mientras estudiaba en la facultad de Teología de la Universidad de Chicago, los cristianos quisieron ser más explícitos. Se dice que llegó a doctorarse en teología, al tiempo que estudiaba historia comparada de las religiones y de la filosofía. También aprendió a leer el sánscrito, el antiguo idioma litúrgico de la India y el Tíbet. A todo esto, Usui seguía sin hallar las respuestas buscadas en cuanto al ancestral método de curación; a partir de aquí no se registra ninguna nueva mención de su persona como cristiano y sacerdote, sino como budista residente en un monasterio zen a su regreso al Japón.

Es interesante observar que al tratar de verificar estos datos, el maestro Reiki William Rand no halló ningún registro de la estancia de Mikao Usui en la Universidad Doshisha como decano, ni como catedrático, ni como estudiante. Tampoco hay constancia de que estuviese en la Universidad de Chicago, ni de que hubiese recibido de ésta título alguno. Fácilmente podríamos admitir la especulación según la cual esas peripecias cristianas fueron añadidas en Occidente para conferir verosimilitud a las sorprendentes fuerzas Reiki desde el punta de vista norteamericano. Pero los paralelismos entre el budismo y las enseñanzas originarias del Jesús histórico obligan a considerar la cuestión desde otra perspectiva.

Buda, el gran salvador de la India, nació hacia el 620 a.e. cerca de la frontera Nepalí. Era hijo de un rey y se llamaba Gautama Siddhartha. En su educación se pretendió que ignorase las aflicciones del mundo recluyéndolo en palacio, de donde no salió hasta que alcanzó la edad adulta. Entonces quiso conocer el mundo y desobedeciendo la voluntad de su padre, escapó de su jaula de oro. Por primera vez en su vida veía la vejez, la enfermedad, la muerte, la pobreza y el sufrimiento, y así despertó en él su herencia karmíca que le llamaba a liberar del dolor a todos los humanos

Por ello Gautama Siddhartha abandonó sus riquezas y a su joven y muy amada esposa para elegir la vida de peregrino sin hogar. Vivía refugiado debajo de los árboles, mendigaba la comida y meditaba sobre cómo eliminar el sufrimiento del mundo. Por fin tuvo la revelación mientras meditaba sentado debajo de una higuera, y esta revelación sobre cómo sanar a los humanos fue la Primera Iluminación. Había descubierto Sakyamuni Buddha que el dolor del mundo se debe a nuestra adhesión a las posesiones materiales y a los demás humanos, con la codicia y la negatividad que tales pasiones originan inevitablemente. Las acciones que movidos por ellas emprendemos originan el karma positivo o negativo por el cual nuestro espíritu queda retenido en el plano terrenal; y de ahí las sucesivas reencarnaciones, ya que todas las situaciones deben resolverse una vez iniciadas. Al renovarse incesantemente el tránsito por la Tierra, el sufrimiento nunca cesa; sin embargo la supresión del karma sólo es posible mediante la reencarnación en un cuerpo humano.

La respuesta a cómo resolver el karma y poner fin al ciclo de las reencarnaciones y nuevos nacimientos, es la esencia de las enseñanzas budistas. Esta filosofía admite los dioses y diosas de cualquier cultura en donde se practique, y ha sido profunda su influencia sobre todas las grandes religiones, sin exceptuar la cristiana. La doctrina budista se basa en el principio de la compasión hacia todos los seres vivos, la no agresión a las personas y los animales, la prohibición de matar a ninguna persona ni animal, la ayuda a los demás y la caridad desinteresada y abnegada. De tal manera que, para el budista, la curación significa mucho más que sanar el cuerpo, porque también es menester sanar la mente y las emociones y en consecuencia la curación debe abordar ante todo el plano espiritual. Él considera el mundo sensible como una ilusión, una creación de la Mente derivada del Vacío, Muchas de las parábolas y otros lugares de los Evangelios provienen directamente de antecedentes budistas, en particular la parábola del grano de mostaza, la del hijo pródigo, el Sermón del Monte y el episodio de la tentación del Mal en el desierto.

El descubrimiento de la Senda de la Iluminación por parte del Buda hizo posible la Iluminación de otros; hubo más budas después de Gautama Siddhartha y cierto número de Entidades llamadas bodhisattvas. Un o una bodhisattva, que quiere decir salvador, es la persona que ha alcanzado la Iluminación y por consiguiente ya no necesita reencarnarse: sin embargo regresa a la Tierra corporalmente para salvar a otros del dolor y el sufrimiento, y ayudarlos a lograr también la Iluminación. De entre las bodhisattvas femeninas más conocidas (aunque el budismo cita a pocas mujeres desde este punto de vista) podemos citar a dos: la china Kwan Yin llamada Kannon por los japoneses y la Tara tibetana. María y Jesús también son ejemplos de bodhisattvas.

Buda y varios de los 105 budas que le siguieron reciben asimismo el título de Gran Tau-maturgo (como luego también se llamó a Jesús). Tanto fascinaron los fenómenos de la curación física y espiritual en los comienzos de la práctica budista, que más adelante se adoptó la norma de no fomentarla porque distraía a los discípulos y los desviaba de la Senda de la Iluminación. Lo que hoy llamamos Reiki se conoció en la India desde los tiempos de Gautama Siddhartha, y aparece descrito parcialmente en los Sutras (libros sagrados) budistas, aunque la transmisión de la doctrina debió ser más frecuentemente oral. Las escrituras budistas más antiguas describen los efectos de la curación espiritual- desaparición del sufrimiento y reencarnación en una «Tierra Pura» donde se obtendrá la Iluminación, pero no tanto los métodos para sanar propiamente dichos. Varios textos describen los ritos y las oraciones para invocar al Buda Sanador.

Los conceptos más divulgados en Occidente como técnicas psíquicas, visualizaciones, iniciaciones/alineamientos, estados meditativos y métodos de curación espiritual dirigidos al cuerpo -mente-espíritu remiten a una forma del budismo llamada Tantra o Vajrayana. El Tantra es una forma sumamente esotérica del budismo mahayana desarrollada en el Tibet. Exige dedicación completa y muchos años de entrenamiento psíquico meditativo. Es un error la identificación, muy común en Occidente, de Tantra con un sistema de técnicas sexuales; en realidad su objetivo es la unión y la unidad con toda Entidad. Esta unión se personifica en una pareja sexual visualizada (no de carne y hueso). Dos resultados adicionales de la práctica tántrica son el desarrollo de las facultades psíquicas y el de la capacidad taumatúrgica; pero se instruye al adepto para que sólo las emplee cuando sean necesarias, puesto que distraen del proceso fundamental que es el de la Iluminación.

El budismo tibetano postula otro estado, el de los tulkas o adeptos de alto nivel, quienes son reencarnaciones que han retenido alguna memoria de sus vidas anteriores. El actual Dalai Lama es un ejemplo de tulka. Cuando fallece un dalai lama, poco después los monjes de la orden inician la busqueda de su reencarnación, identificable por medio de una serie de signos y pruebas. El nuevo dalai lama, que será todavía un niño, es conducido entonces al monasterio para recibir enseñanzas y asumir de nuevo el papel que desempeñó en su pasado tránsito terrenal.

Jesús como el tulka buscado, o tal vez orientados por los Esenios que lo habían reconocido, los «Sabios de Oriente»Las fuentes escritas del budismo tántríco no explican con claridad, paso a paso, cómo se consigue acceder a la Senda. Son materiales concebidos exclusivamente para los adeptos y como base para la enseñanza oral. Dada la necesidad de proteger las enseñanzas para evitar profanaciones, la redacción mantiene un estilo deliberadamente oscuro; es decir que se necesita un maestro que sepa interpretar ese lenguaje místico, y el maestro no lo hará hasta que considere que los discípulos están suficientemente preparados y dispuestos. Algunas enseñanzas se pierden cuando el maestro/enseñante opta por no admitir que acceda a ellas ningún discípulo; otras veces se logra recuperar las prácticas perdidas por vía del redescubrimiento psíquico. El Tantra Sutra del Loto tibetano, un texto que data del siglo II o I a.C.; contiene la fórmula simbólica para la técnica Reiki.
Según el escritor y explorador alemán Holger Kersten en su fascinante libro Jesus Lived in India (Element Books Ud., 1991), Jesús era un bodhisattva reencarnado del tipo descrito en las líneas anteriores, un tulka. Su nacimiento era esperado por los miembros de una orden budista que aparecen bajo las figuras de los «tres Magos de Oriente», puestos sobre aviso por la extraordinaria conjunción astrológica del año 5 a.c., que les sirvió para localizarlo. En esta época el budismo se había difundido por todo el oriente y existían centros budístas en muchas grandes ciudades del Próximo Oriente.
El niño tendría dos años cuando ellos llegaron y se hallaba en peligro porque Herodes tenía noticia, a través de una profecía, del nacimiento de un jefe Esenio que se sublevaría contra la dominación romana. Existía un monasterio esenio muy parecido a una lamasería en Qumran, cerca de las cuevas donde se encontrarían luego los Manuscritos del Mar Muerto. Los Esenios estaban al corriente de esas profecías, en tanto que orden mística y tal vez budista, lo cual no es demasiado aventurado suponer ya que sus enseñanzas incluían conceptos como los de reencarnación y karma, inmortalidad del alma, pacifismo, caridad y vida ascética.» Al identificar a dominarlo, no sin grandes esfuerzos, tras lo cual entendió que la fórmula era sencilla como la luz dse llevaron al niño con su familia; el niño fue criado y educado primero en Egipto, y luego en la India. Una vez recibidas las enseñanzas del budismo mahayana y vajrayana, regresó a Jerusalén como adulto, adepto budista y sanador Reíki. Además era también un bodhisattva.
Holger Kersten sigue la pista de los restantes años de vida de Jesús, tras aducir con argumentos lógicos que éste sobrevivió a la Crucifixión. En los sutras budistas aparece mencionado con frecuencia como Issa o Yuz Asaf, y también los libros islámicos hablan de Ibn Yusf. Muchas fuentes describen sus hechos pasados o las cicatrices de la crucifixión, de manera que la identificación resulta inconfundible. Jesús se salvó y vivió largos años en la India como santo muy respetado. Los sepulcros de María, María Magdalena y Yuz Asar (Jesús) son lugares conocidos y respetados centros de peregrinación en Mari (Pakistán, tumba de María), Kashgar (India, sepultura de María Magdalena) y Srinagar (India, sepulcro de Jesús), inequívocamente identificados como tales. Kersten relaciona veintiún documentos que describen la estancia de Jesús en Cachemira (India) después de la crucifixión, así como numerosos topónimos significativos.

Muchos de estos datos de erudición fueron ocultados por la Iglesia cristiana, más seguidora de las enseñanzas de Pablo que de las doctrinas originarias de Jesús, teñidas de budismo. El Jesús histórico es un personaje fascinante y reivindicamos aquí su papel en la historia de Reiki. Enseñó el método de curación a otros sabemos por el Nuevo Testamento que lo transmitió, por lo menos, a sus discípulos directos y así fue conocido, no sólo en la India, sino además en toda una parte del mundo antiguo bastante mayor de lo que se suponía. Su desaparición de la doctrina cristiana se explica probablemente por la influencia de las enseñanzas paulinas, que implican, a todas luces, una reinterpretación de las de Jesús. Hacia el siglo V el canon eclesiástico prescindió de dos conceptos fundamentales, el de la reencarnación y el del karma, perdiéndose definitivamente para Occidente el método que usaba Jesús en sus curaciones y que habría sido de tanta ayuda para muchos. Los seguidores del budismo fueron los únicos que conservaron estos conocimientos y siguieron utilizándolos, aunque se abstuvieran de divulgar su existencia.

Mikao Usui regresó al Japón e ingresó en el monasterio budista Zen donde había hallado los textos que describían la fórmula terapéutica, ahora inteligible para él en su original sánscrito. Desde luego no incluía la manera de activar la energía ni cómo ponerla al servicio de los fines curativos; tal oscuridad de los Sutras era intencionada, a fin de evitar que estos recursos, muchas veces sumamente poderosos, cayeran en manos indignas e incapaces de utilizarlos en la forma adecuada.
Hawayo Takata describe el suceso en estos términos: Continuó estudiando el sánscrito y llegó a dominarlo, tras lo cual entendió que la formula era sencilla, nada complicada, entonces se dijo: «Ya está, ya la he encontrado. Pero ahora hay que interpretarla, porque esto se escribió hace 2500 años. Es para mí una prueba a la que debo someterme”.

La prueba consistió en tres semanas de meditación, ayuno y oraciones en el monte Koriyama. Tras elegir el lugar para la meditación amontonó ante si veintiún guijarros, uno por cada día, que arrojaba al término de la jornada para no perder la cuenta del tiempo transcurrido. La madrugada final de su prueba, en la hora más oscura antes del amanecer, Usui vio una especie de proyectil luminoso que se dirigía hacia él, y su primera reacción fue la huida, pero luego lo pensó mejor y decidió aceptar las cosas tal como vinieran y como una respuesta a su meditación, aunque le fuese en ello la vida, El rayo le hirió en el tercer ojo y perdió el conocimiento unos instantes; luego vio «millones y millones de burbujas con todos los colores del arco iris, y finalmente los símbolos de Reiki, como si los hubiesen proyectado en una pantalla. A medida que iba visualizando cada uno de los símbolos recibió la información sobre cómo se utilizaba cada uno de ellos para activar la energía sanadora. Así se produjo el primer alineamiento Reiki por redescubrimiento psíquico del método ancestral.

Mikao Usui bajó del monte Koriyama sabedor de cómo curaban Buda y Jesús. En el camino del descenso tuvo las experiencias tradicionalmente conocidas con el nombre de los cuatro milagros. El primero fue que mientras andaba se golpeó el dedo gordo del pie con una piedra; lo primero que hizo por instinto fue sentarse y tomar el dedo entre las manos. Las palmas de éstas se calentaron y el dedo herido sanó. Una vez abajo entró en una hosteria y pidió una comida abundante, lo cual era una gran imprudencia por parte de quien había guardado veintiún días de ayuno sin tomar nada más que agua, pero a él no le hizo daño. El tercer milagro fue que la tabernera tenía dolor de muelas y él la curó tomándole la cara entre las palmas de las manos. Por último, cuando regresó al monasterio le dijeron que el lama estaba acostado con un ataque de artritis, y también lo sanó.

A esta energía salutífera, Usuí le puso el nombre de Reiki, que significa fuerza vital universal, y se dispuso a utilizar el método en los barrios bajos de Kyoto. Allí vivió varios años dedicado a sanar en el barrio de los mendigos. Con arreglo a la cultura en que vivía y a la ética de aquellos tiempos, los contrahechos, los mutilados y los afligidos por enfermedades visibles pedían limosna y eran mantenidos por la comunidad. Usui los curaba y les instaba a que iniciasen una nueva vida, pero el caso fue que siempre veía a los mismos pedigüeños. Al comprobar que las personas a quienes curaba preferían seguir mendigando en vez de ganarse la vida honradamente, se desanimó y abandonó aquellas barriadas; en cambio ellos quedaban resentidos porque al curarlos, les impedía el seguir ejerciendo de mendigos y los obligaba a trabajar para ganarse la vida.

Hoy día estas experiencias de Usui con los mendigos suelen aducirse para justificar el precio elevado de la enseñanza de Reiki, diciendo que las gentes sólo agradecen la curación cuando han tenido que pagar por ella. El fracaso de Usui pudo ser debido, no al hecho de que los mendigos no pagasen, sino a que él había sanado únicamente sus cuerpos, pero no las mentes ni los espíritus. Las doctrinas budistas restan importancia a la curación del cuerpo y afirman que la única salud verdadera es la espiritual, que sólo se consigue accediendo a la Senda de la Iluminación. Una vez el individuo haya alcanzado la Iluminación no tendrá que volver a reencarnarse, y con esto se habrá puesto término al padecimiento. Por eso los budistas postulan que no hay otro método curativo válido y auténtico sino dicha Senda.

Mikao Usui emprendió una existencia de peregrino; recorrió el Japón a pie, portando una antorcha y enseñando, De esta manera conoció a Chujiro Hayashi, oficial de la Armada en situación de reserva. En 1925, a la edad de cuarenta y siete años, Hayashi recibió de Usui la formación Reiki en grado de maestria y se convirtió en el sucesor de Mikao Usui. Éste falleció en 1930, habiendo creado unos dieciséis o dieciocho maestros Reiki (las referencias principales no se ponen de acuerdo en esto}, aunque las fuentes Reiki no citan por su nombre a ninguno de ellos excepto a Hayashi. En cuanto a éste, formó equipos de practicantes, entre los cuales dieciséis maestros, e inauguró un centro clínico en Tokio donde los sanadores trabajaban en grupos con los pacientes, los cuales permanecían allí en régimen de internado. Los sanadores Reiki también acudían a las casas de los enfermos que no pudiesen trasladarse a la clínica. En 1935 acudió al centro Shína No Machi de Chujiro, buscando la curación, Hawayo Takata.

Nacida el 24 de diciembre de 1990 en Hanamaulu, en la isla de Kauai, de una familia de cortadores de piña, Hawayo Kawamuru era demasiado diminuta y frágil para el trabajo en la plantación, aunque empezó a trabajar cuando era todavía alumna de la escuela elemental. Cuidó niños y fue vendedora de refrescos, y cuando acabó la escuela se colocó de criada en la casa grande, es decir, la del rico y poderoso amo de la plantación. Allí vivió durante veinticuatro años y alcanzó posiciones de confianza y responsabilidad, como ama de llaves y contable; allí también conoció al administrador Saíchí Takata, con quien se casó en 1917. Fue un matrimonio feliz y tuvieron dos hijas.

Saichi Takata murió de un ataque al corazón en octubre de 1930, a los treinta y dos años de edad. En el decurso de los cinco años siguientes Hawayo Takata, viuda y con dos hijas de corta edad a su cargo, sufrió agotamiento nervioso y varias afecciones físicas graves. Se le diagnosticó una enfermedad de la vesícula biliar que requería intervención quirúrgica, pero debido a una insuficiencia respiratoria crónica la anestesia representaba un grave peligro. Su salud se deterioraba cada vez más; por un lado le decían que la operación era imprescindible para salvarle la vida; por otro, que la operación tal vez la mataría. En 1935 falleció una hermana suya y Takata viajó Tokio para notificarlo a sus padres, que habían vuelto a residir allí; a continuación ingresó en el hospital Maeda de Akasaka.

Estuvo interna en el hospital durante varias semanas, hasta que tomaron la decisión de intervenirla; para entonces le habían diagnosticado una apendicitis y un tumor además de los cálculos biliares. La noche antes de la operación oyó una voz que le decía: «La operación no es necesaria». Volvió a oírla estando ya en el quirófano, donde la preparaban para anestesiarla. Poniéndose en pie, le dijo al cirujano que no quería ser intervenida y le preguntó si existía alguna otra manera de curarse. El médico le dijo que sí, siempre y cuando pudiera prolongar su estancia en el Japón todo el tiempo que fuese necesario para sanarla. A continuación le habló de la clínica Reiki de Chujiro Hayashi. Una hermana del cirujano, que había sido curada por los sanadores de Hayashi y había recibido formación Reiki, la llevó allí aquel mismo día.

Takata quedó internada en la clínica, y en el plazo de cuatro meses sanó completamente de cuerpo, mente y espíritu. Solicitó la formación Reiki pero le fue denegada al principio, no porque fuese mujer sino por ser extranjera. En aquel entonces Hayashi no deseaba que la práctica de la curación Reiki se divulgase fuera del Japón. Acabó por ceder principalmente gracias a la intervención de aquel cirujano del hospital Maeda, de manera que Hawayo Takata recibió su formación Reiki 1 en la primavera de 1936. Entró a formar parte de los equipos de sanadores que trabajaban en la clínica; en 1937 recibió el grado Reiki II y regresó a Hawai. Había permanecido en el Japón dos años.

Su primera clínica Reiki estuvo en Kapaa y tuvo éxito en su actividad, tras conseguir una licencia como quiromasajista para evitar el acoso leguleyo de las autoridades.
En invierno de 1938, Chujiro Hayashi visitó a Takata en Hawai y emprendieron juntos una gira de conferencias; en esta oportunidad recibió de él la formación Reiki III, y el 22 de febrero de 1938 Hayashi le concedió el grado de maestra/enseñante y la designó públicamente sucesora suya. Pero se empeñó en que no debía transmitir las enseñanzas sin cobrar; además debía desplazarse inmediatamente al Japón siempre que él la requiriese. En 1939 ella inauguró su segundo centro terapéutico en Hilo. Una mañana del año 1941, Takata despertó sobresaltada y tuvo la visión de Hayashi como si estuviera allí presente, de pie junto a su cama. Entonces supo que ésta era la llamada anunciada por él, y embarcó hacia Tokio en el primer vapor disponible. Cuando Takata llegó a la clinica Reiki la aguardaban allí Chujiro Hayashi, su esposa Chie Hayashi y todos los demás maestros japoneses. Él le anunció a la recién llegada la inminencia de una gran guerra, y dijo que perecerían en ella todos los iniciados, y que la clínica tendría que cerrar. Por haber tenido con anterioridad el presentimiento de que Reiki podía desaparecer por completo del mundo había querido nombrar sucesora a Takata, precisamente: una extranjera. Por último explicó que acababa de ser movilizado, en tanto que oficial de la Armada, pero como su condición de sanador y de médico le prohibía quitar la vida a otros seres humanos, había decidido aceptar su propia muerte. De ahí la necesidad de convocar a Takata con urgencia. El 10 de mayo de 1941, en presencia de sus alumnos Chujiro Hayashi detuvo su propio corazón por medios psíquicos y murió. La gran guerra que había predicho fue la segunda guerra mundial y, en efecto, la disciplina Reiki dejó de estar disponible en el Japón. Chie Hayashi sobrevivió, pero la potencia ocupante confiscó la casa y la clínica, y ella carecía de títulos para trabajar en un hospital público. Gracias a Takata quedó preservada la continuidad de Reíkí. Después de implantarlo en Hawai, lo introdujo en los demás estados norteamericanos y luego en Canadá y en Europa. Llegó a octogenaria, aunque siempre aparentó muchos años menos. Instruyó a cientos de personas en el sistema de curación Reiki. En el decurso de los últimos diez años de su vida, de 1970 a 1980, inició a veintidós maestros Reíki. Hawayo Takata falleció el 11 de diciembre de 1980.

En sus clínicas, si se presentaba un paciente seriamente enfermo que fuese a necesitar muchas sesiones de terapia, ella prefería instruir a alguien de la familia para que pudiese administrar los tratamientos Reiki. Y cuando el enfermo quedaba suficientemente restablecido, se los enseñaban a él también. Los métodos de enseñanza de Takata eran las anécdotas e historiales clínicos así como las demostraciones. No permitía que los alumnos tomaran notas, ni sus clases se desarrollaban siempre con arreglo a la misma rutina, A veces explicaba la posturas terapéuticas empezando por la cabeza y otras veces lo hacía por el cuerpo o incluso por los pies. También variaba su trabajo en las enseñanzas del grado de maestría, es decir que los maestros/enseñantes formados por ella no escucharon todos exactamente las mismas lecciones.
La señora Takata siempre cobró a sus alumnos, incluso a los de su misma familia. Lo consideraba imprescindible, pues opinaba que la gente que no pagaba por unas enseñanzas no les concedía valor, o no hacía uso de ellas. Le parecía también que quienes no hubiesen pagado no tendrían éxito en los negocios, ni en la vida.» A sus alumnos del grado de maestría les cobraba precios muy altos, lo suficiente como para hacer del Reiki algo financieramente exclusivo, fuera del alcance de la mayoría de las personas.

Reiki ha experimentado varios cambios en Occidente y desde la muerte de Hawayo Takata. La sucesora y nieta de Takata, que es Phyllis Furumoto, detenta el título de Gran Maestra del Reiki Tradicional Usui. Sin embargo las técnicas y métodos de enseñanza han cambiado y se han desarrollado varias ramas de Reiki. Cada una de éstas afirma poseer exclusivamente el único sistema correcto, pero la verdad es que todas funcionan, en la medida en que derivan de las enseñanzas de Hawayo Takata.


 

 

REIKI

Qué es el Reiki?

Ante la sensación dolorosa, lo primero que hacemos es llevar las manos al lugar dolorido. Cuando un niño cae y se lastima la rodilla quiere que su madre lo toque, y se siente mejor en seguida. Cuando el niño tiene fiebre o está mareado, por instinto la madre apoya la palma de su mano sobre la frente de la criatura. El tacto humano transmite calor, consuelo y poder curativo. También expresa el cariño y el amor. Animales, como el perro o el gato, cuando les duele algo se lamen por instinto la región dolorida, por la misma razón que los humanos aplicamos las manos. Las hembras de los animales lamen a las crías accidentadas. Y ese acto tan sencillo es la base de todas las técnicas de curación por el tacto.
KI es la suma total de las energías contenidas en el universo. Cuando el KI actúa sobre Akasha (éter cósmico) nacen todas las formas de la materia. La física considera toda la materia como energía “ordenada” o dispuesta de diversos modos. KI en sentido amplio designa a la energía cósmica tomada en conjunto y ki en sentido estricto define a sus manifestaciones.
Todo lo que se mueve en el universo es manifestación del ki, gracias al ki el viento sopla, tiembla la tierra, estalla la estrella y piensa el filosofo. El ki es universal, existimos en un océano de ki del que cada ser viviente es un torbellino.
Los maestros afirman que lo que caracteriza a la vida es su capacidad de atraer ki, de acumularlo y de transformarlo para actuar en el medio interior y en el mundo exterior.
Los cuerpos vivientes, humanos o animales, irradian calor y energía. Esta energía es ki, energía vital propiamente dicha y ha recibido diversos nombres según la cultura. Los huna polinesios llamaron maná a esta fuerza salutífera, y los indios iroqueses de Norteamérica la conocieron como orenda; es prana entre los hindúes, ruaeh entre los hebreos, baraka en los países islámicos, y ch’i para los chinos. Los japoneses la llamaron ki y ésa es la raíz que aparece en la palabra Reiki. Rei, significa real.
Maníak Chia, un instructor ch’i Kung, define a ch’i (equivalencia de ki en chino) como «energía, aire, aliento, viento, hálito vital, esencia vital, la energía activa del universo”.
El ki es una energía de tipo eléctrico que configura el organismo y determina su estado de salud. Cuando ki se separa del organismo viviente, la vida se retira de éste. Pero ki es también la fuerza vital esencial de la Tierra, mueve los planetas, las estrellas y los cielos; y todas estas fuentes de energía influyen sobre el ki del cuerpo viviente. Todo lo que tiene vida contiene ki y lo irradia: es la energía biomagnética del aura. El universo manifestado es ki.
La persona que ha recibido los alineamientos como terapeuta Reiki tiene abiertos los canales de la energía, y despejadas las obstrucciones por efecto de dicho alineamiento. En estas condiciones no sólo aumenta su captación de esta energía vital o ki mejorando su propio estado, sino que además participa de la fuente de Energía Universal KI.
Reiki no es una religión, ni obedece a los postulados de religión alguna. Esta fuerza o energía vital es la fuente de la vida misma, es la creación, por lo tanto muy anterior, como realidad y como concepto, a cualquier sistema religioso o filosófico.
Todos los seres vivos tienen ki, pero los alineamientos Reiki conectan al iniciado de una manera más directa con esa fuente inagotable. Con su primer alineamiento para Reiki I el iniciado se convierte en un canal de esta energía curativa universal. Desde el momento en que lo recibe hasta el término de sus días, todo cuanto necesita hacer esa persona para ponerse en contacto con el ki terapéutico es posicionar las manos sobre sí misma o sobre otra, y la energía empezará a fluir automáticamente. El alineamiento, al poner a la persona en contacto directo con la fuente de ki, aumenta la energía vital de ésta, le aporta curación, y le confiere el poder de sanar a otras personas sin agotar las propias reservas.
El proceso de alineamiento o iniciación diferencia el Reiki de cualquier otro sistema de curación por imposición de las manos o por el tacto. El alineamiento no es una sesión terapéutica; es la creación de un terapeuta. En Reiki I el discípulo recibe su primer alineamiento combinado (o los cuatro alineamientos, si se inicia bajo la dirección de un maestro de Reiki Tradicional Usui), luego otro para el grado Reiki II y otro más para el Reiki III. Cada uno de éstos acentúa la potencia de su capacidad para canalizar el ki. O dicho de otro modo, Reiki es los alineamientos mismos, sin los cuales (que deben transmitirse directamente de maestro/enseñante a discípulo) el proceso no es un sistema de curación Reiki, sino otra cosa diferente. Los alineamientos se administran de uno en uno, y esto puede ser un bello rito, o un proceso de urgencia y desprovisto de ceremonia.
Cuando el nuevo sanador Reiki posiciona las manos sobre otra persona, tal vez experimente por primera vez, la característica sensación de calor que irradian sus manos.
A partir de ese momento la persona que ha recibido el alineamiento es terapeuta Reiki y posee facultades que no sabía que tuviese, el alineamiento no aporta nada nuevo; sólo abre y pone en sintonía, “alinea”, lo que ya estaba en esa persona.

 

Los niveles Reiki

Los tres grados en que se divide Reiki tienen la siguiente significación. En Reiki I el alineamiento sana el plano físico y el iniciado suele percibir una mejoría notable durante los meses siguientes a la iniciación, teniendo en cuenta que muchas sesiones de Reiki son primordialmente auto-terapéuticas.
Se tarda unas tres o cuatro semanas en adaptarse al alineamiento Reiki I durante dicho período, a veces la energía Reíkí se manifiesta en momentos insólitos, no relacionados con ningún acto terapéutico. La persona sentirá quizás un ligero vértigo, o un cosquilleo en las manos, o tendrá sueños intensos incluyendo posiblemente recuerdos de vidas anteriores, o padecerá síndrome de desintoxicación con síntomas tales como diarreas, flujo nasal o micciones más frecuentes.
Estas incomodidades indican que la energía se adapta, al tiempo que aumenta la capacidad del nuevo terapeuta para canalizarla. Está entrando en su aura y su organismo un flujo de energía ki más intenso, lo cual purifica el aura y los chakras. En caso de que las sensaciones lleguen a ser verdaderamente desagradables, una breve sesión auto-terapéutica o con ayuda de otra persona, reequilibrará esa energía. Por este motivo, después de recibir el Reiki I es aconsejable practicar cuantas sesiones de curación sean posibles, al menos durante el primer mes e incluyendo una sesión diaria de auto terapia.
El alineamiento Reiki II aumenta considerablemente la cantidad de energía curativa, dirigiéndose de manera más específica a los aspectos emocionales, mentales y karmicos.
Después de recibirlo, las emociones antiguas, las situaciones no resueltas del pasado, las vidas anteriores y las pautas mentales negativas resurgen y se resuelven para una curación completa. Esta fase puede durar hasta seis meses, es positiva y necesaria, aunque no siempre cómoda.
En el nivel Reiki II se incrementa el poder de curación y se potencian las sesiones directas; además se añaden los métodos y los instrumentos para sanar a alguien que no esté físicamente presente: es la curación a distancia. En Reiki II se explican tres de los símbolos Reiki y se aprende a usarlos de una manera consciente. Estos símbolos estaban ya en el aura del sanador Reiki I y emergen de sus manos inconscientemente cuando cura; en Reiki II se comienza a dirigir la energía. Además se obtiene información preliminar acerca de cómo canalizar la energía necesaria para pasar los alineamientos en el Reiki III. Reiki III es el grado de maestro, entendiendo por maestro sencillamente lo que indica la palabra, alguien que ha llegado a dominar una disciplina, sin añadir ninguna connotación de vanidad.
El alineamiento activa la curación espiritual en la persona receptora. Esta energía es felicidad pura, unidad con toda vida, comunicación con la Divinidad/Fuente. En la práctica de las sesiones, el terapeuta Reiki III experimenta un incremento de su capacidad para canalizar la energía salutífera, y también la facultad de curar alcanza niveles más elevados. Reiki III comprende también claves simbólicas y nuevas informaciones esotéricas sobre los símbolos. Este grado se recomienda sólo a quien pretenda dedicarse en serio a la curación y hacer del método una parte fundamental de su vida.
El proceso de aprendizaje debe principiar por Reiki I.

 

Distribución de la energía

Una vez recibido el alineamiento inicial, la persona no tiene más que imponer ambas manos para curar, bien sea sobre la zona dolorida, o utilizando las posiciones manuales Reiki sobre el cuerpo completo. La energía ki hace lo demás sin que intervenga la voluntad, y fluye a través de las manos del sanador. El terapeuta Reiki tal vez sepa cuál es la parte afectada y que necesita curación, o tal vez no, pero la energía tiene una inteligencia que le es propia y se dirigirá adonde haga falta. No proviene del sanador ni de su aura, sino que proviene directamente de la Energía Universal. El terapeuta se limita a posicionar las manos en las distintas maneras que constituyen una sesión, y la energía Reiki hace lo demás, interviniendo en todos los planos de la persona, el físico, el mental, el emotivo y el espiritual.
La energía Reiki se distribuye de manera integral llegando a distintas partes o aspectos de la persona. Al curar un dolor de cabeza, por ejemplo, Reiki tal vez sanará otros órganos y niveles, aunque el sanador haya posicionado las manos sobre la cabeza. Muchas veces las cefalalgias se originan en el aparato digestivo y si la causa del dolor era un trastorno intestinal, la energía curativa se dirigirá a los intestinos y no sólo al dolor de cabeza. Esto en el plano físico, pero si la causa del dolor fuese emocional, por ejemplo un estrés, Reiki también actuará en ese plano, y lo mismo si el origen de la afección se situase en los niveles mental o espiritual del individuo y si la persona que recibe el tratamiento padece además otro tipo de malestar, por ejemplo una alergia, Reiki actuará sobre ésta con independencia de que se le haya mencionado tal circunstancia al sanador o no.

 

Aplicaciones del Reiki

Los humanos y los animales son Entidades no sólo físicas, tenemos un cuerpo físico, perceptible a través de la vista y el tacto, pero también otros cuatro cuerpos o envolturas sutiles no visibles, que son niveles de energía formados por ki y determinan el estado del cuerpo físico. Nunca la curación puede ser solamente física, sino que debe abarcar esos cuerpos de energía vibracional. Allí donde el médico trata sólo el cuerpo físico, el sanador, y más particularmente el sanador Reiki, atiende los cinco cuerpos. La curación metafísica, por consiguiente, va mucho más lejos que la medicina y es mucho más completa en cuanto a sus resultados. Para un dolor de cabeza, si tomamos una aspirina tal vez aliviaremos el síntoma pero no habremos hecho nada por subsanar la causa. Reiki no se dirige sólo al dolor evidente, sino que va a la causa del dolor. Con la aspirina, el dolor regresará seguramente al cabo de tres horas; con Reiki desaparecerá de manera permanente.

 

Reiki y el Karma

En el origen de cualquier malestar físico habrá probablemente causas no físicas que deben ser curadas también, para que desaparezca el dolor corporal. La gran mayoría de dolencias físicas tienen su raíz en lo no físico, en traumas emocionales, pautas mentales negativas o conflictos espirituales. Para remediar el malestar será preciso descubrir y tratar esas raíces.
Esta postura se basa en el razonamiento de que, si la enfermedad es kármíca y es un castigo, son las personas quienes eligen sus propios malestares y sus dolencias, y también podrían elegir no tenerlas.
La ley del karma no es tan simplista. Lo que postula es que cada tránsito vital comprende una serie de cosas que aprender, y tal vez una dolencia sea una manera de establecer determinada enseñanza. Según su etimología, karma significa acción, y cada acción implica una reacción; o dicho de otro modo y citando el adagio; “Todo cuanto emites retorna a ti”. Los errores de la vida reclaman una enmienda, una comprensión o un cambio de actitud si queremos subsanarlos. Quizás no se necesite más que vivenciar a fondo las emociones o acciones anteriores para resolverlas. Y si esto no se ha producido en el curso de la existencia que ha planteado la situación, tal vez suceda en la siguiente.
Puede ocurrir que una persona desarrolle una enfermedad como manera de acceder a una enseñanza necesaria. La que sea muy impaciente en uno de sus tránsitos vitales, tal vez acepte verse minusválida o confinada a una silla de ruedas en la próxima existencia y así aprenderá lo que es la paciencia. Pero las situaciones casi nunca son tan claras ni tan sencillas.
Los budistas consideran que el karma se debe a las ataduras emocionales que transportamos de un tránsito vital al siguiente, y ésa es la fuerza que obliga a regresar una y otra vez a este plano para que se resuelvan esas acciones y emociones. Consideran que la Senda de la Iluminación subsana todo karma y nos libera del ciclo de las reencarnaciones; pero esa resolución kármica sólo es posible dentro de un estado de encarnación corporal. De ahí que los sanadores pregunten a veces si el hecho de curar una enfermedad significa una interferencia con el karma de una persona. La interpretación de este problema es que cuando alguien recibe la curación gracias a Reiki o por cualquier otro medio, este suceso también es una realización de su karma, o de lo contrario no habría ocurrido.

 

Reiki y las emociones

Debemos tener en cuenta las fuentes emocionales y el karma de una manera suave, compasiva y respetuosa. Si utilizamos para la curación, una afirmación, centrada en la vida actual del paciente, hay que convertir la proposición afirmativa en una pregunta, por ejemplo: “¿Es posible que estés experimentando una erupción de la piel a causa de tu contacto con una persona que te irrita?” Si la persona receptora contesta negativamente, le preguntaremos cuál interpreta ella que sea la causa. En el estado de relajación propio del acto terapéutico es posible que logre acceder a esa causa, aunque la desconociese antes de comenzar la sesión.
Por ejemplo, si emerge un recuerdo de una existencia anterior, en cuyo caso suele ser suficiente con ver la situación para resolverla. Se debe aprovechar la respuesta, no para juzgar a la persona sino para ayudarla a mejorar su conciencia de sí misma. Si atribuye el malestar a una amenaza percibida en una situación actual de su vida, pongamos por caso, le preguntarás lo que sería preciso hacer para cambiar tal situación y de qué manera puedes ayudar como terapeuta.
Esto implica el prestar atención mientras la otra persona nos cuenta sus dificultades, o hacer de la situación terapéutica un lugar seguro, en donde ella pueda manifestar su ira, o llorar. La experiencia indica que en una de cada cuatro sesiones «de curación Reiki”, cuando el terapeuta posiciona las manos sobre la garganta o el corazón, la persona que recibe el tratamiento atraviesa una fase de desahogo emocional. Significa esto que expresará sus emociones en relación con el malestar o la situación motivante. Es posible que llore, que grite con gran enfado, o que empiece a hablar de lo que le ocurre entre risas de azoramiento o muestras de fuerte alteración. El terapeuta colabora permitiendo que el paciente se desahogue, dejando que esta fase siga su curso y manteniendo la posición Reiki de las manos y la continuidad del acto terapéutico.
La actitud terapéutica debe ser totalmente imparcial. Aunque se digan cosas horripilantes, no hay que reaccionar. Nuestro cometido estriba en lograr que la persona que expresa sus emociones se halle en total seguridad y sepa que se la escucha. Sí el receptor llora, digámosle «está bien llorar, puedes hacerlo aquí; está bien desahogarse, continúa así”. Y si emerge un trauma de una existencia anterior, considera que tal vez se ha descubierto el origen de una pauta que afecta a la vida actual. Al colaborar en el desahogo contribuimos a la expresión de las emociones causantes del malestar y con esto vamos a lo principal del acto terapéutico; esa persona va a sanar ahora, cuando antes no habría sido posible. La sesión terapéutica debe ser un espacio protegido, de manera que sea posible la expresión, la necesaria exteriorización de las emociones.
Empezamos preguntando, por ejemplo «¿podrías describirme lo que te pasa?», o “¿sabrías describirme lo que has visto?” Si vemos que la persona todavía no está dispuesta a hablar, no hay que forzar la situación. Pero, cuando empiece a hablar es muy posible que sobrevenga luego el llanto, o las manifestaciones de cólera. Repitámoslo una vez más, esta exteriorización de las emociones retenidas, son parte del proceso de curación.
La primera vez que un sanador novel se enfrente al desahogo emocional de una persona a quien está curando probablemente sentirá miedo. Por lo general sólo dura escasos minutos y cuando llega a la imposición de manos sobre las piernas habrá cesado. Aunque a veces sea intenso y sobrecogedor para el terapeuta, es sumamente beneficioso para la persona que recibe el tratamiento Reiki. Por otra parte, parece que el Universo protege a los sanadores inexpertos presentándoles sólo aquellas situaciones que son capaces de asumir; además, cuando empezamos a utilizar el Reiki notamos que la curación está siendo cada vez mejor dirigida; al conectar con los espíritus-guías, conscientemente o no, resulta que el sanador sabe en todo momento lo que debe decir y cómo y cuándo decirlo.

Después del desahogo emocional la persona experimenta un alivio inconmensurable y una mejoría, pero también ha progresado quien ejerció el rol de sanador. En este momento se puede hablar ya de otras medidas, como el ingreso en un grupo de ayuda, o emprender la interpretación de una pauta transportada de una existencia anterior.

 

La sesión de Reiki

Debido a estos aspectos complejos y como la energía Reiki cura todo cuanto precise sanar, es imposible predecir lo que ocurrirá durante una sesión. Lo único que podemos prometer es que Reiki beneficiará a quien lo experimente, pero no que la sesión Reiki vaya a curar una dolencia determinada o, ningún otro resultado concreto. Reiki armoniza todos los aspectos del paciente, alivia el dolor, acelera el proceso de curación, detiene las hemorragias, relaja a la persona receptora, reequilibra sus chakras y su energía áurica. La respiración se vuelve más lenta durante la sesión, la tensión sanguínea disminuye y las emociones se sosiegan; todo lo demás depende de la Divinidad, y no es predecible.
Lo cual no significa que no sean posibles los milagros, pues ocurren con frecuencia.
Reiki no proviene del sanador, sino del Universo, que utiliza como medio al terapeuta Reiki. El reikista no puede atribuirse ningún mérito por la curación que haya tenido lugar. Y de hecho, a veces no ocurre nada, o por lo menos nada apreciable de momento. Tampoco es responsable el terapeuta si no se produce ninguna curación; esa eventualidad quizá se halle justificada si resulta que el karma determina la necesidad de vivir plenamente una enfermedad, aunque conduzca a un desenlace fatal. También la muerte puede considerarse como una curación.
Tal vez la persona destinataria de la curación la rechaza la energía Reiki, conscientemente o no, prefiriendo continuar con su malestar, o quizás incluso morir. Algunas optarán por conservar su enfermedad cuando ésta les permita conseguir algo que no obtendrían de otra manera, como las atenciones de quienes las rodean. Pero si elige morir, así sucederá sin duda.
La función del sanador consiste sencillamente en canalizar la energía y la persona receptora la utilizará de la manera más idónea según sus necesidades. Sin el acuerdo y la participación de la receptora no hay curación posible.
Reiki es un método positivo, y no perjudica a ningún ser vivo cualquiera que sea su estado o circunstancia; es válido para usarlo con cualquiera, por muy joven, viejo o frágil que sea. Los ancianos, los bebés y los niños responden bien al tratamiento Reiki, lo mismo que los animales de compañía y las plantas. A cualquiera que esté enfermo, dolorido o emocionalmente afligido, Reiki le sirve de ayuda. En las personas o los animales de compañía sanos, Reiki relaja y rejuvenece. La energía Reiki equilibra los hemisferios cerebrales, armoniza todos los chakras y el campo energético. Depura y aumenta el flujo de la fuerza vital ki en el organismo animal o humano. Cuando alguien va a morir, Reiki ayuda a sobrellevar el proceso pero no impedirá el tránsito de la persona o del animal en su momento determinado.
Aunque Reiki no cura la mayoría de los defectos congénitos, sin embargo puede aportar mejorías evidentes incluso en situaciones a primera vista irremediables. En el caso de la persona afligida por una incapacidad, y aunque la energía Reiki no logre corregirla, tal vez haga mucho más llevadera la vida de aquélla. Es una energía que ayuda a soportar el dolor, relaja los músculos agarrotados y tranquiliza las emociones. Al amputado de un miembro o un órgano, Reiki no le reemplazará la parte que falta, pero facilitará el proceso de adaptación y la búsqueda de una nueva funcionalidad.

 

La depuración

Algunas veces, después de una sesión o durante una serie de sesiones terapéuticas, la persona o el animal que reciben el Reiki comienzan a desintoxicarse. Se observan entonces fenómenos parecidos a los que suceden tras la recepción del primer alineamiento Reikí: diarreas, heces de olor o aspecto anómalo, poliuria, alteración del olor corporal, erupciones cutáneas pasajeras, aumento de la secreción nasal, transpiración sobreabundante u otros. Todo ello indica que el organismo está eliminando toxinas patógenas, por lo que no trataremos de evitar esos síntomas, aunque sean molestos. El sanador debe recordar que esto puede suceder y que no es perjudicial; le dirá a su cliente que debe dejar que las toxinas abandonen el organismo a su manera.
La fase de desintoxicación puede durar varios días. Lo que distingue esta reacción purificadora de un verdadero proceso patógeno es que durante la depuración, y pese a las molestias, la persona no deja de encontrarse bien. Le aconsejaremos que beba un vaso de agua pura varias veces al día y que ingiera comidas livianas o se ponga a dieta líquida varios días. Una vez superada esta “crisis de curación”, se sentirá mejor de lo que había estado en mucho tiempo y ello indica que la curación avanza. A partir de este punto la eliminación del malestar se realizará rápidamente.

 

Actitud del receptor del tratamiento Reiki

Algunas veces llega a conocimiento del terapeuta que la persona tratada no cree en el tratamiento. Si ella ha concedido su permiso y mantiene una actitud abierta, la curación se instaura con o sin fe. Pero otras veces, y cuando la actitud no es abierta o hay un rechazo interior, el proceso puede bloquearse. Para algunas personas, aun cuando consientan en someterse a la sesión, la idea de una curación no médica es más de lo que su sistema de creencias puede asimilar. De palabra dicen que sí, pero en el fondo se niegan a admitir la energía. Cuando sucede esto, por lo general el terapeuta intuye la presencia del bloqueo. Lo que procede es comunicar esta observación con amabilidad y dejando claro que la elección incumbe, como siempre, a la persona receptora.
Reiki no violenta el libre albedrío de nadie; sí la persona se niega a recibir la energía, el terapeuta nada más puede hacer. Cuando se le presenta esta situación a un terapeuta novel, puede ser un duro golpe para su confianza, sobre todo si el receptor asegura que está aceptando la energía.
A veces sucede que la persona receptora dice no sentir nada o la sesión Reiki termina y el sanador tiene la impresión de que no ha ocurrido nada, en contra de lo que atestigua el paciente. En estos casos hay que confiar en la energía Reiki; algo sucede, lo hayan percibido o no las personas participantes.

 

Posibles reacciones durante el tratamiento Reiki

En ocasiones, durante la sesión, la persona destinataria dice notar un súbito aumento de su dolor; el episodio dura sólo unos momentos, El consejo es resistir y respirar conscientemente mientras dura. Cuando esto sucede Reíkí condensa varios días de jaqueca u otro malestar en breves instantes, y vale la pena resistir, porque cuando termina y desaparece ese dolor añadido, el malestar principal se desvanece.

 

Reiki en conjunto con otras terapias

Reiki puede usarse como único tratamiento, o en conjunción con el tratamiento médico (o veterinario). La energía acelera la curación; por ejemplo en los casos de quimioterapias Reiki colabora en los efectos positivos y ayuda a paliar los negativos. Colabora más eficazmente con los métodos holísticos de tipo más natural; por ejemplo Reikí y remedios herbales, o Reiki y homeopatía, son asociaciones afortunadas.
También se recomienda el energizar los medicamentos o los remedios holísticos antes de su administración, para aumentar su eficacia. En medicaciones de larga duración, por ejemplo con insulina o con depresores de la tensión arterial, es aconsejable controlar con más frecuencia los niveles en sangre, porque puede suceder que disminuya la necesidad del medicamento.
Reiki puede contribuir a acelerar la soldadura de un hueso roto, pero se aconseja esperar a que la fractura haya sido correctamente reducida y el miembro inmovilizado antes de proceder a la imposición directa sobre aquélla. A veces la energía Reiki induce una curación muy rápida y si la reducción todavía no se ha realizado tal circunstancia podría resultar contraproducente. En estos casos practicaremos Reiki sobre el resto del cuerpo pero nos abstendremos de tratar directamente la fractura. Nunca tocaremos con las manos una herida abierta; basta con acercarlas y la energía acudirá adonde haga falta sin producir más dolor o una infección.
Hemos aludido a la posibilidad de cargar con energía Reiki los medicamentos. Para hacerlo, tomamos el “recipiente” entre las manos y dejamos que fluya la energía, o imponemos las manos palmas hacia abajo, en la postura tradicionalmente utilizada para bendecir los alimentos. Cuando se dirige la energía Reiki hacia un recipiente con agua, el líquido mismo adquiere propiedades curativas; también es posible cargar los apósitos y vendajes que se vayan a utilizar.

 

Reiki es una terapia sencilla

Aunque tenemos en nuestras manos un sistema terapéutico de gran potencia, debemos tener presente que es casi imposible hacer nada equivocado; la energía Reiki posee una inteligencia propia, muy superior a cualquier conocimiento humano, y no hace falta otra cosa para activarla que imponer las manos en determinadas posiciones prescritas, o sobre el lugar afectado. La energía hará la curación, y la hará bien. El terapeuta no necesita facultades psíquicas excepcionales, ni siquiera un entendimiento consciente del proceso. Sin embargo, uno de los beneficios y consecuencias de la formación Reiki es que las facultades psíquicas del sanador empiezan a progresar casi desde el momento en que recibe el primer alineamiento, y además ese progreso se registra en todos los sentidos.

 

Reiki y ciencia medica

Tengamos en cuenta, no obstante, que una persona no colegiada incurre en un delito si expresa un diagnóstico (ejercicio ilegal de la medicina); por tanto, es aconsejable la máxima precaución al utilizar esa facultad. En la sesión terapéutica se guardará reserva sobre lo visto y se pensará mucho antes de comunicar nada. Si cree haber descubierto algo grave, la indicación es la visita al médico; sería imprudente e ilegal anunciar un diagnóstico.

 

Cantidad de sesiones Reiki

En los episodios de malestares no agudos (digamos, una gripe, un resfriado, un dolor articular), una sola sesión de Reiki puede ser suficiente. Lo normal son tres sesiones mas una cuarta que armoniza todos los niveles del individuo. La separación de tiempo entre sesiones quedará a criterio del terapeuta. Las afecciones graves y las dolencias crónicas, en cambio, suelen requerir muchas sesiones. Reiki es comparable a la carga de una batería; si la persona se hallaba en relativo buen estado, a lo mejor sólo precisa un poco de recarga; pero si se halla seriamente enferma, tardará más en reponer las energías agotadas.
En la clínica Reiki de Chujiro Hayashi, los pacientes eran atendidos por equipos de sanadores en sesiones diarias o más frecuentes aún, hasta lograr el restablecimiento. En presencia de una enfermedad crónica se aconseja que el mismo paciente reciba los alineamientos Reiki, para ponerlo en condiciones de curarse a sí mismo, y además por los beneficios que implica el propio alineamiento.

 

Ventaja del sistema Reiki

Existen diferencias entre el método Reiki y otros basados en la imposición de las manos o el tacto terapéutico. La más importante es que al utilizar Reiki no se absorben los síntomas del paciente. A veces, durante la sesión, se captan sensaciones corporales que comunican información. En esta situación basta con asumir el conocimiento recibido para que las sensaciones desaparezcan.

 

Los principios Reiki

Reiki tiene una característica exclusiva que son los principios Reiki. Pues, aunque Reiki no sea una religión, sino anterior a todas las religiones, no por ello deja de ser fiel a sus orígenes orientales.
Hay variantes de los cinco principios elementales Reiki; casi todos los tratados dan una versión diferente, aunque siempre se retrotraen a la transcripción original de Míkao Usui.
Estos principios merecen una consideración detenida y su ejercicio diario convierte a Reiki en un estilo de vida, que por otra parte no contraviene los mandamientos ni las normas éticas de ninguna religión.
En la vida de una persona, la formación Reiki es un hito fundamental; a partir de la recepción del alineamiento nada vuelve a ser como antes. Y aunque estos cambios son totalmente positivos, el sanador novel tal vez necesitará una base firme en que apoyarse, todo va resultando diferente de cuanto anteriormente conocía. Los Principios Reiki pueden ayudar en ese proceso de crecimiento acelerado, meditar sobre ellos produce calma y fortaleza, y resulta muy favorable hacerlo durante las sesiones de auto terapia.
Es aconsejable practicar una sesión de auto-terapéutica diaria después de haber recibido el alineamiento, y por lo menos tres sesiones de cuerpo completo a otras personas durante el primer mes. Cuanto más se utiliza Reiki más se aprende, y se intensifica la facultad de curación.

 

OmLOS CINCO PRINCIPIOS REIKI


Sólo por hoy, no te preocupes.basicos-del-yin-yang_17-220102819
Sólo por hoy, no te enojes.
Sólo por hoy, demuestra aprecio.
Sólo por hoy, trabaja duro sobre ti mismo.
Sólo por hoy, se bondadoso con los demás.